La epidemia del Mobbing en España

Según las estimaciones de Iñaki Piñuel, doctor en psicología e investigador, el 9% de los trabajadores en activo sufre mobbing, o acoso laboral, en España. Es decir, más de 2 millones de personas padecen acoso psicológico habitual o continuado en su ambiente laboral. Por sectores, los más afectados son las administraciones públicas donde, siempre según I. Piñuel uno de cada cinco funcionarios dice recibir continuado maltrato verbal o modal por parte de jefes, compañeros o subordinados. Los segundos más afectados, con un 18%, son los trabajadores de los medios de comunicación, los servicios asistenciales y las ONG’s. Luego viene el sector sanitario en general, con la enfermería como principal grupo afectado.

Con este comportamiento, se pretende aislar socialmente poco a poco y de forma deliberada a la víctima, hasta deteriorarla psicológicamente. Las personas que sufren este tipo de maltrato continuado en el ámbito profesional pasan por diferentes fases, empezando por una situación de confusión que con el tiempo se convierte en tóxica aclimatación pudiendo producirle numerosos síntomas psicosomáticos. De esta situación derivan bajas laborales intermitentes y cuadros como los síndromes de estrés postraumáticos o del trabajador quemado. En definitiva, el mobbing representa uno de los riesgos laborales más importantes.

Según las estadísticas, el caso más habitual es el de un superior que la emprende con un subordinado, en general porque se siente amenazado por su presencia, creatividad o por el aprecio del que goza por parte de los demás. Por lo tanto el acosador, desde su propia inseguridad y torpeza, utiliza el ataque como forma de protegerse.

Pero el mobbing opera también a nivel horizontal, entre los propios compañeros y en menor medida desde un grupo de subordinados que se rebela contra su superior.

En este contexto Piñuel recomienda instaurar protocolos de seguridad y prevención que, además de fijar canales de gestión de las quejas y de protección de las víctimas, sancionan este tipo de comportamiento, es decir, protocolos que deben romper la impunidad de los acosadores.

Hoy hemos sabido que la tremenda cifra del paro en España ya supera los 4 millones de desempleados. Obviamente, y una vez más, el foco de la noticia está puesto en todas estas personas afectadas, en sus historias y dramas personales, y en la urgencia y necesidad de encontrar soluciones eficaces para frenar el fenómeno. Sin perjuicio de lo anterior y menos aún con la intención de comparar situaciones que no son comparables ya que hablamos de individuos, quiero recordar de nuevo a los que se quedan.

Muchos de ellos, desde el silencio y de manera mucho menos visible, sufren también graves efectos psicológicos, y no pueden caer en el olvido, a pesar del contexto. Recordar que la lucha contra el mobbing en el trabajo es también un problema social y una forma de salvaguardar la competitividad empresarial y proteger el capital humano de la organización.

Los 3 filtros de Sócrates

En la antigua Grecia (469 - 399 AC), Sócrates era un maestro reconocido por su sabiduría.

Un día, el gran filósofo se encontró con un conocido, que le dijo muy excitado:

• Sócrates, ¿sabes lo que acabo de oír de uno de tus alumnos?
• Un momento, respondió Sócrates. Antes de decirme nada me gustaría que pasaras una pequeña prueba. Se llama la prueba del triple filtro.
• ¿Triple filtro?
• Eso es, continuó Sócrates. Antes de contarme lo que sea sobre mi alumno, es una buena idea pensarlo un poco y filtrar lo que vayas a decirme.
  El primer filtro es el de la Verdad. ¿Estás completamente seguro que lo que vas a decirme es cierto?
• No, me acabo de enterar y...
• Bien, dijo Sócrates. Con que no sabes si es cierto lo que quieres contarme.
  Veamos el segundo filtro, que es el de la Bondad. ¿Quieres contarme algo bueno de mi alumno?
• No. Todo lo contrario...
• Con que, le interrumpió Sócrates, quieres contarme algo malo de él, que no sabes siquiera si es cierto.
  Aún puedes pasar la prueba, pues queda un tercer filtro: el filtro de la Utilidad. ¿Me va a ser útil esto que me quieres contar de mi alumno?
• No. No mucho
• Por lo tanto, concluyó Sócrates, si lo que quieres contarme puede no ser cierto, no es bueno, ni es útil, ¿para qué contarlo?