Qué tienes tú que el otro no tiene

Cuando tú no haces algo es porque estas muy ocupado.
Cuando el otro no lo hace, es porque está desorganizado.

Cuando tú hablas, es una crítica constructiva.
Cuando el otro habla, te está atacando.

Cuando tú defiendes una idea, es convicción.
Cuando el otro lo hace, es obstinado.

Cuando tú no cumples, es distracción.
Cuando el otro no cumple, quebranta tu confianza.

Cuando tú mientes, dices que ocultas algo
Cuando el otro miente, dices que engaña.

Cuando tú reclamas, luchas por tus derechos.
Cuando el otro reclama, es perjudicial.

Cuando tú luchas por tus derechos, es prueba de carácter.
Cuando el otro lo hace, es obstinado.

Cuando tú hablas de ti mismo, es porque necesitas reconocerte.
Cuando el otro habla sobre si mismo, es un presumido.

Cuando tú te esfuerzas por ser agradable, eres cortés.
Cuando el otro se conduce así, es pura actuación.

Cuando tú encaras ambos lados de un problema, estas siendo comprensivo.
Cuando el otro lo haces. Es confuso.

Cuando tú haces alguna cosa sin indicación previa, es iniciativa.
Cuando el otro lo hace, se está excediendo en sus funciones.

Cuando tú progresas, es fruto de mucho trabajo.
Cuando el otro progresa, tuvo suerte.

Extraído, una vez más, de la newsletter de Patricia Hashuel, Conversación con un Coach, este texto me ha parecido muy interesante. Tiene que ver con la empatía, con ponerse en el lugar del otro, con nuestra capacidad para escuchar a los demás, con la facilidad que tenemos de culpar a otros de algo que, por supuesto, nunca haríamos nosotros y, finalmente, con olvidar que por esencia no somos muy diferentes unos de otros.


¿Acaso nos creemos tan diferentes o superiores a los demás que resulta que ellos no pueden tener las mismas aspiraciones y preocupaciones que nosotros? ¿Cuántas historias nos inventamos sobre supuestas intenciones de otros? ¿Qué consecuencias tiene eso en nuestras relaciones personales o profesionales?